El pasado día 19 de marzo, en el Teatro Darymelia de Jaén, tuvo lugar el XII Pregón "Madrugada" que estuvo a cargo del Ilmo. Sr. D. Francisco Antonio Carrasco Cuadros, y que fue presentado por D. José Luis García López, pregonero del año 2010.
En este mismo acto tuvo lugar la presentación del XII Cartel "Madrugada" 2011.
A continuación reproducimos el Pregón proclamado en este día.
Cuando el Palio de las Siete Palabras se pierde por la Calle Campanas el sol del Jueves Santo va llegando a su ocaso y en Jaén se respira un ambiente de expectación. La luna se alinea con la Cruz del cerro de Santa Catalina. De la Mella baja viento primaveral todavía fresco con aroma a tomillo en flor. Una tórtola remolona del patio de la magdalena abandonando su arrullo amoroso sobrevuela San Juan y la Merced para encaramarse como una saetera en algún balcón cerrado de la calle Merced Alta. Del puente de la Sierra suben los labradores con su traje planchado y la camisa nueva a Jaén. Mientras las minorías devotas salen de los templos de rezar la Hora Santa, las turbas cofradieras se disponen a reponer fuerzas en las tascas.
Cómo los niños israelitas que en la cena pascual preguntan antes de la Haggada preguntan los niños en Jaén: - ¿Porqué esta noche es diferente de todas las otras noches? - Porque esta noche sale Jesús. Responden los mayores. Es la noche del Abuelo, la Madrugada Jaenera. Un acontecimiento muy especial y principal para un hijo de esta Ciudad o para el felizmente acogido en ella. La Estación de Penitencia de la Antigua, Insigne y Real Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores que lleva más de cuatrocientos años teniendo lugar, y que en este año 2011 me cabe el honor de pregonar.
Querido hermano Antonio Capellán de esta Cofradía
Sr. Hermano Mayor y demás miembros de la Junta de Gobierno de la Antigua, Insigne y Real Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores
Miembros de otras Juntas de Gobierno y de Cofradías hermanas
Hermanos cofrades
Señoras y señores:
Gracias José Luis por tus amables e inmerecidas palabras. También agradezco a la Juna de Gobierno de esta Real Cofradía el haberme invitado a ocupar esta tribuna nazarena. Cuando yo tenía 14 años veía a esta Cofradía como un club VIP alejado del resto del mundo cofrade. El tiempo ha ido haciendo que abandone esa percepción y más aún desde que José María Mariscal me invitó predicar la Novena de Jesús. Desde entonces no he dejado de relacionarme con vosotros y se han ido tejiendo lazos de auténtica fraternidad cofrade.
Este pregón lo dedico a mi Madre que guarda en las pupilas de su memoria la imagen de Jesús saliendo de la merced en los duros años del hambre y que en 2001, imagen el último día de mi Novena pudo refrescar palpando el rostro humilde y las manos grandes del carpintero de Nazaret. Madre sacerdotal que como la Virgen de los Dolores ha caminado detrás de su hijo por diferentes parroquias para alentarlo en la calle de la amargura que muchas veces es la vida sacerdotal.
“En otro tiempo erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor. Caminad pues como hijos de la luz cuyo fruto es la bondad, la rectitud y la verdad” (Ef 5, 8-9)
¿Qué es la Madrugada de Jaén? Si nos introducimos en cualquier casa podemos encontrarnos en la percha de los abrigos con una túnica negra, un cordón de lana amarilla. – ¿Me has preparado la túnica mamá?. Pregunta un joven. – Sí, la ha traído la tita antes de ir a ver la procesión de los civiles. Ah y ha dicho que te dejes de tonterías y le pongas a la vela por lo menos un cartón, como se ha hecho toda la vida de Dios, que no quiere que se la manches de cera. Pocas casas en Jaén son las que no tienen guardada alguna túnica de nazareno que ha sido utilizada por diferentes personas hasta generaciones para salir en la procesión. En 1989 salimos en la procesión mi amigo Gerardo y yo con unas túnicas que eran de sus tíos.
Esta noche, cuando yo era pequeño y era impensable que un adolescente estuviese en su casa después de las doce, era una de las primeras noches en las que mis hermanas mayores salían sin hora de volver. - ¿Vas a salir la noche del Abuelo? Pregunta una chica a otra el jueves de Pasión con las notas del segundo trimestre en la mano. - Si vienen mis primos de Madrid sí me dejará mi padre, como ellos no han visto la procesión nunca… - Pues a mí mi padre cuando vea las notas no va a haber quien lo convenza. Contesta la otra.
No hay una noche como esta en Jaén. Ni la noche buena , ni una noche de feria, ni las celebraciones de victorias deportivas, movilizan a todo un pueblo. Desde el Polígono del Valle y Peñamefécit suben hacia el centro matrimonios mayores cogidos del brazo: - Te acuerdas cuando veíamos la procesión desde el Balcón de la Tía Capilla junto al Arco San Lorenzo? De las Fuentezuelas y del Bulevar suben matrimonios que han dejado a los iños con los abuelos. - Que bien nos vendría ahora una café y una palomica como los que nos tomábamos en el Sanatorio haciendo tiempo para la salida. De la Glorieta y el Almendral van bajando hacia los cantones familias enteras orgullosas de que Jesús sea de nuevo de su barrio.
La primera Madrugada fue hace muchos, muchos años. Un Jueves Santo al salir del monumento de la Catedral, el chantre comentaba con dos beatas: - Esta noche sale una imagen de Jesús Nazareno del Convento de San José. - Mi cuñada que la ha visto me ha referido que turba el alma contemplar su figura. Comenta una de las dos mujeres. Mientras, en la Sacristía del Convento dos frailes junto con dos labradores de la Puerta de Granada terminan de sujetar la Imagen a una sencilla parihuela que un carpintero ha fabricado sin cobrar. - ¿A qué hora empezará la procesión? Pregunta uno de los labradores. - Fray Bartolomé, (el Padre Prior) ha dispuesto que después de maitines. Contesta un fraile. - Pues no sé yo si los hachones que hemos comprado van a aguantar hasta que amanezca. Comenta el otro labrador mientras se fija en el rostro fino que tiene la imagen.
La preocupación por la duración de la cera era obvia. Las velas de los promitentes cumplían una misión práctica: permitir el discurrir de la procesión por las calles a oscuras de un Jaén en el que no había alumbrado público. Aquella función práctica se ha convertido en un sacramental jaenero “alumbrar a Jesús”.
Cuando alguien entra en la droguería Flores unos días antes del Domingo de Ramos y pide velas todo el mundo sabe que son para alumbrar a Jesús. Cuando ves a alguien en esos días por la calle con cirios intentas imaginarte cuáles serán las intenciones que representará la cera consumida. Alumbrar a Jesús es la experiencia religiosa más importante que muchos vecinos nuestros tienen a lo largo del año. No van a Misa y ni mucho menos a catequesis. Son como la hemorroisa que se acercaba a Jesús por detrás para tocar la orla de su manto. Alumbran a Jesús porque así se lo han enseñado sus padres. Suplican o agradecen a quien saben les escucha y es poderoso. Mientras las horas pasan y la vela se consume van pensando en personas con rostros e historias, en los problemas de su familia y de sus amigos y conocidos, en los que están y en los que ya no alumbran…
La cera que en El Cerro del Cabezo o en el Rocío se quema en el lugar de la ofrenda en la Madrugada se va derramando por los cantones, calle maestra, Almenas, Calle Ancha, San Ildefonso, Roldán y Marín, por Bernabé Soriano y por su Carrera, la Carrera de Jesús. La cera derramada es un reguero de oraciones y súplicas, de agradecimiento por la gracia otorgada. La cera sobre los adoquines o el asfalto nos recuerda el Viernes Santo por la tarde que por allí ha pasado Jesús, el que pasa haciendo el bien, porque es la Pascua, el paso del Señor.
De noche iremos de noche
a alumbrar tu camino Jesús Nazareno.
Luz del mundo que en la madrugada
eres pábilo vacilante
capaz de prender en los corazones
que salen a tu encuentro.
Jabalcuz tiene montera:
el aceite no sube,
las empresas cierran,
los sueldos vienen a menos.
Hay una crisis más profunda,
crisis de valores
no de bolsa precisamente
y esa es la que no vemos.
La locura del consumo
especulación feroz
endeudamiento sin control
gastar lo que no tenemos.
Las finanzas irresponsables
porque ante nadie responden
el cuento de la lechera
la idolatría del dinero.
Nosotros seguimos a un hombre
que renunció al gozo inmediato
soportó la cruz
y con su sufrimiento
venció al pecado.
Treinta monedas fue su precio
pero no se dejó comprar.
Al César lo que es del César
a Dios lo que es de Dios.
Se puso en el último lugar
correspondiéndole el primero.
Hermanos este es el camino
el que nos va marcando
cada madrugada
Jesús Rey Nazareno.
Los demás caminos nos destruyen,
nos esclavizan, nos atan,
nos engañan con caramelillos,
no son más que un cuento.
Nuestros cirios se consumen
en la madrugada que soñamos
siguiendo la senda centenaria
que nos legaron tantos jaeneros.
No permitas Jesús
que sigamos caminando en tinieblas,
pues tiene la luz de la vida
el que te sigue Ti Maestro.
En nuestra oscuridad
enciende la llama de tu amor
para romper las tinieblas
de la indiferencia y el relativismo
que hacen noche sobre nosotros
y nos llevan a sentir miedo.
Miedo por caminar sin meta,
por no reconocer nuestras raíces,
por construir sin cimiento.
Como tu Camarín que ha aguantado
casi dos siglos de abandono
por tener cimiento firme,
ser cristianos recios queremos,
y conservar la esencia
de la madrugada que no es la magia
ni la cultura ni el turismo
sino Nuestro Padre Jesús Nazareno.
La Imagen sagrada
que cansarse vemos
cada madrugada y
por eso Jaén lo aclama
¡Viva nuestro Padre Jesús!
¡Viva el Abuelo!
Reza el Salmo 88 “Dichoso el pueblo que sabe aclamarte, caminará a la luz de tu rostro, Señor, todo el día gozan en tu nombre, se alegran por tu fuerza salvadora (v.v. 16-17)”
Cuando Jesús entra de nuevo en su Camarín, no termina todo. Empieza la hora definitiva en la que el Hijo va a ser glorificado. “Cristo a través del sufrimiento y de la muerte en cruz ha resucitado a la vida nueva y ha sido glorificado a tu derecha” (Plegaria Eucarística V). La Madrugada no se acaba el Viernes Santo a medio día. Cuando Jesús es bajado de su trono sigue entronizado en el corazón de los jaeneros que en la mañana del Viernes Santo nos saciamos de su misericordia, y toda nuestra vida es alegría y júbilo (Ps 89, 14). Hay multitud de detalles de la devoción en torno a Nuestro Padre Jesús aquí expongo algunos. Los cabos de las velas se guardan como un preciado tesoro. Cuando vas a dar la comunión a un enfermo en el barrio de Santa Isabel te sacan un cabo de vela “renegrío” y te cuentan “esta vela es de alumbrar a Jesús, la tenemos para cuando hay tormentas”. En los hospitales hay estampas de Nuestro Padre Jesús en las cabeceras de las camas, debajo de las almohadas, en las manos de los moribundos. ¿En cuántas casas no hay un cuadro grande de Nuestro Padre Jesús presidiendo el salón o encima de la cama? ¿En cuántos bares y comercios no hay una imagen del Abuelo? En miles de carteras y monederos hay una estampa de Jesús. Cuando le preguntas a un enfermo si se acuerda del Señor te responde: - Mire usted ahí tengo a Jesús y siempre le tengo puesta su luz, ya que no puedo ir a verlo. «Ir a ver a Jesús». Hay devotos de Madrugada, de los que sólo ven a Jesús en su paso mecido a los sones de la marcha de Cebrián. Algunos de estos son por obligación porque viven lejos y se hacen cientos de kilómetros para cumplir con la cita que tienen con el Abuelo cada viernes santo. Y hay devotos que todo el año practican otro sacramental que es “ir a ver a Jesús”. Cuando estaba en la Catedral no se sabía muy bien los que iban ex profeso a verlo, o los que de camino que entro a la Catedral a otra cosa me paso por su capilla. También estaba más a mano del Mercado, de las oficinas y los bancos. Ahora, exceptuando a los vecinos de los barrios que viven la espalda del Castillo, para ir a ver Jesús hay que hacer un camino que lleva hasta él. Subir por su carrera pasando bajo el Torreón del Conde de Torralba. Al entrar en el Santuario pocos pasan por el Sagrario porque no han descubierto aún que allí está vivo el que veneran en la imagen. Algunos se quedan de pie, sobre todo los que vienen más apurados que se acercan lo más que pueden y mirando hacia arriba suspiran y derraman lágrimas. Otros se sientan para conversar tranquilamente con él como con un amigo. Así me decía el padre de un niño que bauticé en la parroquia que era su oración. Se encienden velas, se dejan flores, y sobre todo oraciones. Plegarias templadas y confiadas, salmos populares de peregrinación “ya están pisando nuestros pies tus umbrales” (Ps 121), súplicas ardientes como la de Bartimeo “Jesús, Hijo de David ten compasión de mí” (Mc 10, 46-52), himnos de acción de gracias, confidencias de amigos…
¿Qué tienen los nazarenos que despiertan tantas devociones? Qué bien acertaron los padres carmelitas al adoptar esta iconografía del Cristo vivo cargando con la cruz para conectar con el pueblo llano. Cristo con la cruz a cuestas que dialoga con el labrador y con el místico. Bendita sea la hora en que por la puerta del Convento de San José entró esta imagen menuda de Jesús que pronto conquistó el fervor de esta muy noble y muy leal ciudad de Jaén.
El crucificado muestra el amor extremo y sin condición del que da la vida por sus amigos. Es la muestra suprema del amor de Dios que se hace hombre y se rebaja hasta la muerte y muerte de cruz para redimir a la humanidad. Es la oblación del cordero manso que quita el pecado del mundo. Es la sabiduría de Dios necedad para los sabios de este mundo. La cruz quizá es demasiado sublime, profunda, misteriosa. El nazareno en cambio conecta más fácilmente con nosotros porque mirándolo brota la compasión como en las mujeres de Jerusalén que lloraban por Jesús, por la condena del justo (Lc 23, 27-31). El nazareno provoca solidaridad, ganas de ser cirineo para ayudarle a cargar con el suave yugo del madero (Mc 15, 21). El nazareno nos hace experimentar compunción porque sabemos que carga con nuestros pecados. Es una compunción llena de agradecimiento. “Gracias Jesús por cargar con mis pecados”.
La imagen es, además, epifanía de lo sagrado. Nuestro Padre Jesús Nazareno no es simplemente algo material, madrea tallada. Es mucho más que una obra de arte. Como decía en mi Pregón de Semana Santa «La imagen es un sacramental de la Iglesia que la bendice para que tenga una fuerza expresiva en la gracia y la presencia que comunica(…)porque es presencia de las realidades eternas, nos lleva más allá del mundo empírico, el material, que es mera apariencia». La imagen no es milagrosa, caeríamos en la superstición si le atribuyéramos poderes sobrenaturales. Es cierto que hay imágenes que como los iconos bizantinos, “adquieren gracia” al ser veneradas por multitud de devotos. Son como los lugares de peregrinación. Donde se concentran tantos peregrinos que oran lo más normal es que haya manifestaciones extraordinarias del amor de Dios: conversiones, curaciones, milagros, en definitiva signos de la acción del Espíritu Santo. Este fenómeno es siempre un don. No es la consecuencia automática de la acción de los seres humanos. Caeríamos entonces en la magia, en la tentación de pretender dominar a Dios. No es el pueblo el que elige una imagen y le confiere esas cualidades. Es Dios el que decide que una imagen capte la atención y la devoción de los fieles para hacerse presente en sus vidas a través de ella. Como cuando prediqué la Novena de Nuestro Padre Jesús bendigo de nuevo Dios por haber querido obrar tantos signos de su amor por Jaén a través de esta bendita imagen. De epidemias, sequías, temporales se ha visto libre la ciudad y son testimonio las llaves, el escudo y las espigas que acompañan a Jesús. Gracias también Señor por tantos y tantos milagros particulares y anónimos: auxilio en peligro de muerte, curaciones de enfermedades, reconciliaciones de familias y esposos, conversiones de extraviados, salidas de la ruina, liberación de la droga o el alcohol… Testimonio de estos milagros son multitud de donaciones, los exvotos, y desde el siglo pasado los miles de promitentes que a lo largo de los años han acompañado y acompañan a Jesús.
Que tienes Jesús mío
que seduces los corazones
y provocas ríos de pasión
en devotos fervorosos
y hasta de duros impenitentes
sabes sacar lo mejor.
¿Quién te hizo a ti Abuelo
que provocas la ternura
de los niños y pequeños
y en el frio delincuente
eres capaz de poner calor?
¿Qué manos son esas
que abrazan el madero
y acarician dulcemente
al que viene arrepentido
suplicándote perdón?
Beso tus pies nazarenos
que solo en Cuaresma vemos,
que llevan cuatro siglos caminando
por cantones y olivares
esperando que salga el sol.
Vivo pendiente de tus labios
que un día a la orilla del lago
mi nombre pronunciaron sonrientes
invitándome a seguirte
y ser contigo pescador.
Benditos sean tus ojos Maestro
que al cruzarse con los nuestros
traspasan el alma,
provocan lágrimas,
se desborda la emoción.
¿Tienes corazón Padre mío?
Tallado no desde luego,
tu corazón es el nuestro.
Palpitas en el pecho de Jaén
que rendido te profesa
su mayor devoción.
Y bendice a Dios por la gracia
de tener en Jaén casa,
tenerte por vecino
y experimentar por tu medio
tan grandes muestras de amor.
Bendito sea Jesús Nazareno
el mejor de los jaeneros,
que anda en amor y no se cansa
de gobernar esta ciudad
y conquistarle el corazón.
«El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo» (Lc 9, 24)
Jesús decía esto a sus discípulos subiendo hacia Jerusalén. Jesús de los Descalzos va diciendo esto también en cada madrugada. Invita a muchos de los que se le acercan a no conformarse con buscar en él la solución a sus problemas. Jesús hablaba a la multitud de la que se compadecía porque andaban como ovejas sin pastor y luego aparte formaba a los que buscaban en él algo más, a los que lo habían dejado todo para seguirle. Nuestro Padre Jesús no sólo tiene una masa de devotos tiene discípulos, como los ha tenido a lo largo de la historia. Los discípulos de Jesús son su Cofradía. Institución que a lo largo de los siglos y viviendo no pocas vicisitudes ha sido la depositaria del tesoro que es Nuestro Padre Jesús. Una Cofradía singular al tener como titular una imagen que trasciende las fronteras de lo cofrade. Si preguntásemos a nuestros vecinos quién es el propietario de Jesús una mayoría considerable nos diría que es «el Pueblo de Jaén». Pero este Pueblo no se ha encargado a lo largo de los siglos de su mantenimiento en sucesivas restauraciones, ni de organizar y encauzar todo lo que se refiere a su culto tanto en las procesiones como en las novenas y otras fiestas religiosas. A la Cofradía le ha correspondido administrar el patrimonio de Jesús, mantenerlo y engrandecerlo y alentar múltiples formas de caridad con el sello de Nuestro Padre Jesús. Y ahora, además, gestionar dentro de la Junta Rectora su Santuario. Sin duda es mucha la responsabilidad que supone asumir formar parte de esta Junta de Gobierno. Se entiende muy bien esto que quiero expresar cuando se lee el escrito de D. Inocente Fe al presentar su dimisión después de sacar la procesión en 1932 en contra de un acuerdo de la Junta General. Refleja perfectamente lo que siente un responsable de esta Cofradía ante el fenómeno desbordante en tantos aspectos que es Nuestro Padre Jesús Nazareno.
Quiero ahora profundizar en la responsabilidad añadida que tienen los discípulos de Jesús. Los que se niegan en muchos aspectos de la vida familiar y personal para prestar un servicio gratuito, una forma peculiar de voluntariado. Los que quieren seguir al Señor han de hacerlo cargando con su cruz. Con la suya de cada uno, la propia del discípulo, la del cofrade de Jesús. Precisamente esta Cofradía en sus orígenes se llamaba “la de las cruces” porque los hermanos acompañaban así a la sagrada imagen. Estas reflexiones que vienen a continuación son fruto del Año de San Pablo que celebramos hace un par de años. Profundizando sobre la cruz y San Pablo descubrí que cuando Jesús habla de seguirlo con la cruz no se refiere a cualquier cruz. Devotamente llamamos cruz a todo lo que nos hace sufrir: la enfermedad, la pérdida de un ser querido, un hijo en la cárcel o que se pierde en la droga…
San Pablo Apóstol «crucificado con Cristo» (Gal. 2,19) y «configurado a su muerte» (Fil. 3,10) dice varias veces «Llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús» (Gal. 6,17). Algunos han interpretado que estaba hablando de los estigmas de la Pasión. No lo sabemos con certeza pero sí podemos afirmar que su cuerpo estaba señalado por todos los malos tratos sufridos por Cristo. En 2 Cor. 11,24-27 nos da incluso una lista detallada de pruebas por las que había tenido que pasar. Podemos pensar que esto sucedía porque era San Pablo, por sus circunstancias. Jesús advirtió a los discípulos “os odiarán por mi nombre” (Lc 21,27). En la última cena Jesús previno a los discípulos sobre el aspecto de la persecución. Dos de las bienaventuranzas son sobre este tema. De tal modo que podemos afirmar que no hay discipulado sin persecución. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! (Lc 6, 26).
San Pablo vive en la debilidad el misterio de la fuerza de Dios (2Cor 12,9), experimenta en las pruebas que todo lo puede en aquel que lo conforta (Flp 4, 13). Así se ve libre de gloriarse en sus logros, se gloría en la cruz de Jesucristo (Gal. 6,14). Pablo llega, además a tener conciencia de que el sufrimiento por las comunidades es redentor. Le escribe a los de Colosas «Completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su cuerpo, que es la Iglesia» (Col. 1,24). De ese modo, mediante su sufrimiento apostólico -padecido por amor- el enviado de Cristo hace presente en el tiempo y el espacio la cruz del Señor, la única que salva. Lo mismo que en el Maestro, se opera en el discípulo una suerte de sustitución vicaria: «De este modo la muerte actúa en nosotros, más en vosotros la vida» (2 Cor. 4,12). Sufriendo por los hombres, el apóstol lleva en sí «la muerte de Jesús»; «continuamente entregados a la muerte por causa de Jesús», los apóstoles transmiten a los hombres «la vida de Jesús» (2 Cor. 4,10-11).
Se ha predicado que los enfermos se unen a la cruz de Cristo y la completan. Es una idea piadosa pero impropia porque la cruz del discípulo, la específicamente suya es la cruz de ser testigo del Señor, apóstol. La Cofradía, y más en concreto sus dirigentes tienen la responsabilidad de cargar con esta cruz, la cruz que supone chocar con el mundo, porque lo cristianos estamos en el mundo pero hemos sido sacados de él por Jesucristo (Jn. 15,20). El mundo en el lenguaje de San Juan es lo que se opone a Dios. Por eso los cristianos nunca hemos sido del mundo y menos de uno tan secularizado como el actual donde se dan cada vez más actitudes intolerantes de laicismo radical. En mi parroquia he hecho varios certificados de bautismo para promitentes. No sé si ya se ha dado el caso, pero puede suceder que quiera salir de promitente alguien que haya apostatado de la Fe Católica y lleve en la Partida de Bautismo anotación marginal de este abandono de la Iglesia mediante acto formal. A la Cofradía tiene el deber de decirle a esta persona que no puede ser promitente. Es sólo un ejemplo de lo que implica que ninguna Cofradía, menos aún ésta, puede casarse y avenirse con todo el mundo. No podéis permitir que se utilice a Jesús de los Descalzos so pretexto de que es un símbolo de identidad de la ciudad para intereses que no tengan que ver con el la evangelización. Transigir, a lo sumo, en iniciativas culturales desprovistas de cualquier afán de lucro económico o político.
Estos son los tiempos que nos han tocado vivir. Y como San Pablo, la Cofradía debe sentirse orgullosa de sufrir por mantener la devoción a Jesús con toda su esencia, tal y como nos la han trasmitido nuestros mayores que, por otro lado, también chocaban como cuando tuvieron que decidir impopularmente suprimir los convites del Gobernador tan inapropiados en día de ayuno. Debéis vivir la persecución que esta tarea acarrea con alegría, sabiendo que el fruto de vuestro sufrimiento es grande.
Jesús nos invita también a cargar con su yugo y a aprender de él que es manso y humilde de corazón (Mt 11, 29). El rostro fino y sencillo de Jesús rezuma mansedumbre. «Aprended de mí» nos dice «a cargar con la cruz del rechazo de la buena noticia de mi Reino de paz y amor. No respondáis a las provocaciones con violencia». Ya se oyen voces que dicen que hagamos las procesiones en el ferial para no obstaculizar la vida normal y ordinaria de la Ciudad. Llegarán días en que tengamos que solicitar la ayuda de la policía para hacer estación de penitencia en orden y con paz. Debemos ir templando nuestro talante cristiano para saber estar en esos momentos y vencer al enemigo con las armas de nuestro Salvador que son el amor y el perdón. Así murieron por Cristo los Padres Claretianos de la Merced, más de 150 sacerdotes y hasta seminaristas de nuestra Diócesis con su Obispo a la cabeza en la persecución religiosa de 1936. Entregaron la vida perdonando a sus verdugos y con el convencimiento de que su sangre no se derramaba en balde. La Cofradía tuvo que suspender la procesión en 1933 y la Imagen de Jesús también sufrió la persecución aunque se salvó finalmente de la destrucción por la hábil intervención de algunos cofrades y devotos.
Quiero elevar mi oración esta noche
por esta tu, Antigua e Insigne Cofradía.
con raíces labradoras y carmelitanas
Ramas claretianas y capitulares y
Y siempre frutos de vida apostólica.
Reúne a tu grey cofrade Jesús
Con el cayado de tu cruz gloriosa,
renueva su vocación de discípulos
escogidos por tu voluntad soberana
de entre la turba que te sigue
el Viernes Santo de madrugada.
Ellos son los que para servir
han dejado casa, mujer,
hijos, padres y hermanos,
diversión, planes, aficiones,
dinero, ganancias y trabajo.
A ellos no los llamas siervos sino amigos
Ellos disfrutan de tu intimidad como nadie
Privilegio de los que llamas a estar contigo.
En los tiempos que corren de pasión,
como en la Santa Cena rogabas por nosotros
te ruego hoy: “guárdalos del enemigo”.
Que las glorias de este mundo no los cieguen
y te vendan por treinta monedas como Judas.
Que el miedo a perder la vida no los lleve
a negarte como Simón en la noche oscura.
A remar mar adentro los llamas,
a pescar donde no hay peces,
a navegar con viento en contra,
a nadar contra corriente.
Los has llamado a compartir tu misión,
tu proyecto de hacer del mundo
una universal cofradía
donde se viva en el día a día
el mandato del amor.
Quieres laicos militantes,
apóstoles y testigos,
que en publico y en privado
llevan vida de cristianos
y no viven fe vergonzante.
Que amen a la Iglesia de Jaén
peregrina entre olivares.
Amen al pastor diocesano.
Y a su capellán mi hermano
escuchen y acojan. Amén.
«Todo lo hago nuevo» (Ap. 21, 5)
Creo que el recuerdo más antiguo que tengo de la Madrugada es el «encuentro». Mi madre comentaba con mi padre: “¿Por qué no vamos a ver el encuentro y nos llevamos al nene?” Ya tenía la edad suficiente para pegarme el madrugón. Con qué ilusión subía con mis padres camino de la Catedral para ver como la Virgen de los Dolores salía del Templo Mayor para encontrarse con su Hijo que venía por la Carrera de Jesús. Esta estación del Viacrucis sin base bíblica es una de las devociones más extendidas por toda la geografía española junto con el “Entierro de Cristo”. Hasta la segunda mitad del s. XVIII este encuentro contaba con la imagen plástica de una Dolorosa que mediante mecanismos abrazaba al Nazareno. En esa época la estética cofrade jaenera era muy sencilla, como de pueblo, algo parecido a lo que vimos el pasado Miércoles de ceniza. La envergadura de los actuales tronos impide ese realismo, aunque precisamente fue la imposibilidad de que el paso de Palio siguiera a Jesús por la Merced lo que hizo recuperar el encuentro. De una forma o de otra este momento de la Madrugada conmueve porque todos tenemos una madre. Si empatizamos con Jesús, más lo hacemos con su Madre Santísima, con su pena y aflicción. No hay amor humano más parecido al de Dios que el de las madres, y por eso no hay mayor sufrimiento que el de una madre por el fruto de sus entrañas. Aunque los ojos capten la imagen de una Dolorosa con toda la parafernalia que implica un paso de Palio, no nos cuesta trabajo contemplar con los ojos del alma a una sencilla nazarena entrada en años, con un rostro curtido y dulce a la vez, que se mete entre las filas de legionarios para llegar hasta el condenado a muerte para besarlo. Besarlo como tantas veces lo había hecho en Nazaret acurrucado entre sus brazos con pocos años o ya maduro colocándole el «talit» antes de ir a la sinagoga los sábados.
La Virgen de los Dolores ocupa un segundo lugar en la Madrugada. Como no puede ser de otro modo. La Santísima Virgen está encantada con ocupar ese puesto. Recuerdo una Señora que ante la Virgen del Rosario Patrona de Carchelejo recién restaurada, no podía dejar de fijarse en el Niño Jesús y al piropearlo decía “que me perdone la Virgen, pero que precioso es el Niño”. ¿Cómo se va a molestar la Madre cuando alaban a su Hijo? En las bodas de Caná María tomó la iniciativa. Y cuando les dijo a los sirvientes “Haced lo que él os diga” (Jn. 2,5) se quitó de en medio y dejó el protagonismo a Jesús. He escuchado quejarse a alguien de lo poco que aparece María en los Evangelios. Aparece lo que justo y necesario para que comprendamos su papel en la Historia de la Salvación. María es la que hace posible el encuentro entre Dios y la humanidad. En su seno virginal se unieron en la persona de Jesús las dos naturalezas: la divina y la humana. La encarnación marca una forma de actuar de Dios. El Dios que andaba buscando al hombre en el paraíso después de la caída de Adán preguntando: ¿dónde estás? (Gen. 3,9). El Dios que, compadecido del extravío de los hombres que éramos incapaces de volver a él, salió a nuestro encuentro. Eva provocó el desencuentro, la Nueva Eva el encuentro definitivo. Y esto del encuentro no es una manera de hablar. Jesús no sólo predicaba a las masas o enseñaba a los discípulos. Se encontraba con personas concretas, con sus vidas, sus interrogantes, sus gozos y sus miserias. Un diálogo de corazón a corazón. Se encontró con Nicodemo en la noche, con la Samaritana junto al poco, con Zaqueo en Jericó. El encuentro personal de tú a tú es la plenitud de la experiencia cristiana. Jesús resucitado sigue encontrándose con los hombres que buscan a Dios como le sucedió a San Pablo camino de Damasco. Ese encuentro cambió radicalmente su vida y todo lo que hasta entonces valoraba pasó a ser basura comparado con el conocimiento de Jesús; no un conocimiento teórico intelectual sino personal, experiencial.
¿Hemos tenido ese encuentro con Jesucristo? Cuando hablamos de Jesús ¿lo hacemos como de alguien del que hemos oído hablar, alguien que hemos estudiado, en quien somos expertos investigadores? ¿Podemos hablar de él como hablamos de un amigo al que conocemos bien porque lo tratamos y compartimos con él la vida? ¿Es para cada uno de nosotros Jesucristo quien tiene mayor amor porque ha dado su vida por nosotros sus amigos?
Jesús Nazareno, de los Descalzos, de Jaén y mío,
que saliste de las manos del que te hizo inspirado por Dios,
don divino para el Pueblo de Jaén aceitunero altivo.
Buscan los afligidos en ti amparo y consuelo.
Los desdichados en sus problemas alivio.
Estandarte de salud que izado bajo el cielo
que quien lo mira con fe encuentra luz y abrigo.
¿Qué buscas tú Jesús cuando cada madrugada
sales en cortejo oscuro cargando tu castigo?
Tú el más inocente de los hombres
condenado por nuestro desatino.
¿Buscas Jesús denunciar nuestra culpa
devolvernos el castigo?
Quien piense así yerra pues no fue para condena
para salvar al mundo envió Dios a su Hijo.
¿A qué sales entonces Jesús: a hacer mercedes
a imponer tu ley, a predicarnos? ¿No? ¡Dinos!
Salgo a vuestro encuentro, a buscar a cada uno
llamando y ofreciendo, que yo no exijo, pido.
Porque el amor no se impone se propone
y yo de amistad me he hecho mendigo.
El que me abre me recibe, entro y ceno
lo que gustosamente se me ha ofrecido.
Yo le invito a otra cena que recrea y enamora
donde mi carne es pan y mi sangre vino.
Y se enciende una llama de amor viva
y en el que me come moro y vivo.
No quiero ser solo consuelo y asidero,
en los problemas refugio y castillo.
Quiero ser la palabra que te guía en la vida,
que sin mí en tu vida no haya camino.
Quiero que te abras a la presencia
para la que no valen los sentidos,
la fuente que mana y corre aunque es de noche
en la que veramente estoy escondido.
Cada madrugada no busco sólo a mi Madre,
salgo a buscarte, quiero encontrarme contigo.
Aunque una madre del hijo se olvidara,
tenlo claro, yo de ti nunca me olvido.
Soy tu Pastor y tu nombre conozco,
te llamo con amorosos silbos.
Entre la multitud busco tu rostro
y que tus ojos se crucen con los míos,
para ofrecerte mi persona entera
y que tú más que devoto seas mi amigo.
Hermanos: Una nube ingente de testigos nos rodea: por tanto, quitémonos lo que nos estorba y el pecado que nos ata, y corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que, renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios (Hebreos 12, 1-4).
La Carrera que nos toca es la vida y una etapa de la misma la Madrugada de este 2011. Ritual de siglos que volverá a repetirse ante la mirada de una multitud de testigos que nos rodea y que ya han llegado a la meta. Entre los que podemos citar a Fray Juan del Santísimo, Francisco Coello de Portugal, D. Manuel Muñoz Garnica, El Padre Serafín Guinda, D. Bernardo López García, D. Cándido Carpio, D. Antonio Alcalá Venceslada, D. Felipe Molina Verdejo, D. Manuel Mozas, D. José Nogué, D. Antonio Delgado Anguita, D. Inocente Fe, D. Andrés Chamorro Lozano…
Todos ellos veneraron a Jesús, predicaron sus glorias, con versos le cantaron, lo plasmaron con pinceladas, le dedicaron su vida y energías, con ellos y como tantos y tantos devotos decimos: Pues del humano furor fuiste Jesús Abatido, quien te venera afligido, sienta siempre tu favor.