El día 30 de octubre de 2009, a las 11,30 horas tuvo lugar la inauguración de la recuperación, restauración y acondicionamiento de la iglesia conventual de San José y Camarín de Jesús.
Se inició el acto con el descubrimiento de una placa conmemorativa en el exterior del edificio por parte del Hermano mayor D. Prudencio Villar y de la alcaldesa de la ciudad de Jaén, D.ª. Carmen Peñalver del acontecimiento que suponía para la Cofradía y la ciudad de Jaén la recuperación del edificio y su inauguración.
Descubierta la misma se pasó al interior donde la Alcaldesa dio la bienvenida a todos los presentes, dando la palabra en primer lugar a su S. E. Rvdma. Monseñor D. Ramón del Hoyo López, obispo diocesano, el cual en su intervención apuntó que la inauguración que se estaba realizando era un proyecto muy deseado, agradeció de corazón la recuperación del que consideró un edificio histórico y emblemático, dando la enhorabuena a la cofradía por cumplir su sueño, a la vez que deseó la misma se dedique con tensón y constancia para realizar una labor santificable en la ciudad de Jaén.
Terminada la intervención del obispo diocesano, tomó la palabra la vice-consejera de cultura, la cual manifestó su satisfacción por poder poner a disposición de Jaén éste magnífico patrimonio, habiendo recuperado un bien cultural para todos. A continuación intervino el director del Instituto andaluz de patrimonio, quien realizó una breve referencia al proyecto de restauración y puesta en valor del conjunto del apostolado que preside el altar, apuntando como se había recuperado la visión de conjunto del apostolado, así como su programa iconográfico original, al plantear un nuevo montaje de las piezas retomando la ubicación primitiva de los doce lienzos: San Pedro (alfa) arriba a la izquierda como cabeza de la Iglesia y San Pablo (omega) en última posición, abajo a la derecha.
En cuanto al proceso de restauración, realizado en las dependencias del Centro de Intervención del IAPH entre julio de 2008 y febrero de 2009, indicó r que los resultados han sido muy positivos, a pesar de que en el momento de su llegada al Instituto los óleos presentaban un muy deficiente estado de conservación. La intervención ha sido integral, sobre todos los estratos de la obra, y los tratamientos ejecutados se han encaminado a conservar la obra pictórica respetando su instancia material, estética e histórica.
Finalizada la intervención del director de instituto andaluz de patrimonio tomó la palabra D. Gaspar Zarrías , secretario de estado de Cooperación territorial, , quien calificó el acto de histórico, como éste culminaba años de trabajo, de dedicación de colectivos y administraciones para ésta puesta en valor del edificio, haciéndose realidad por lo que muchos han luchado, felicitando a la cofradía por el tesón y la constancia que habían mostrado. Se recuperaba un espacio emblemático para la ciudad de Jaén, luciendo el Camarín hoy con todo su esplendor. No sólo se recupera un simple edificio que varias generaciones a lo largo siglos han visto pasar viendo su esplendor en unos momentos y olvido en otros, pero con la intervención realizada se ha garantizado la supervivencia en tiempos futuros.
A continuación tomó la palabra el Hermano Mayor Prudencio Villar, cuyas palabras recogemos íntegras
La escena que les voy a relatar bien podría producirse en cualquier hogar de nuestra querida ciudad, donde un padre con su hijo sentado a su lado, en edad de comprender, le diría:
Ven hijo voy a contarte una bonita historia que es tradición heredada en nuestra familia y que a mi me contó mi padre cuando tenia mas o menos tu edad.
En un lugar cercano del Puente de la Sierra, existe una finca denominada “Casería de Jesús” y cuentan que cierto atardecer llegó a ella un venerable anciano peregrino, que por caridad solicitó hospedaje para pasar la noche.
Acogido amablemente por los caseros, pues en aquellos tiempos la hospitalidad era un deber sagrado, al entrar en la casería observó un grueso tronco de encina depositado en la lonja que le hizo exclamar:
¡ Que buena imagen de Jesús se haría con él ¡
Tras breve acuerdo con los caseros, se ofreció a tallar una imagen con aquel tronco, a condición de que no le molestasen mientras trabajaba. Le llevaron el tronco a una habitación apartada y tras una pobre cena, se encerró bajo llave.
Al día siguiente, al observar que ni el anciano salía de la habitación, ni se escuchaba el menor ruido, los caseros forzaron la puerta, encontrando en el centro de la alcoba la Imagen de Nuestro Padre Jesús, advirtiendo a su vez con sorpresa que el venerable anciano había desaparecido y que el rostro de Jesús tenia un indudable parecido con el del misterioso peregrino.
La Imagen se trasladó al Convento de San José al que pertenecía la Casería y desde entonces fue generándose una intensa y creciente corriente de religiosidad popular hacia tan prodigioso Nazareno, que a partir de las décadas primeras del siglo XIX adquirió fortísimo arraigo en la conciencia colectiva de los hijos de Jaén, quienes sin distinción de clases, ideologías o sentimientos, ven en esta querida Imagen a un Dios tan cercano como humanizado, muchos aún viviendo en lejanas tierras, no dudan en gastar los ahorros de todo un año de trabajo y hacer largos y penosos viajes solo por estar en Jaén el Viernes Santo y tener el consuelo de ver a Nuestro Padre Jesús para encontrar en la mansedumbre de su mirada y en la decorosa conformidad con la que porta la cruz, el viático necesario para el azaroso camino de la vida.
Hace ya muchos años, a las tres de la tarde del domingo 15 de marzo de 1836, en una tarde plomiza y gris que presagiaba tormenta, sus cofrades llevaban a Jesús Nazareno en una amarga procesión a la iglesia del Sagrario, y al día siguiente, los albañiles procedían a la triste tarea de tabicar la capilla de N. P. Jesús Nazareno, con el vano propósito de preservarla de las incurias de los hombres, porque nadie quería resistirse a la ausencia y todos mantenían la esperanza de un pronto y feliz regreso. Con este ritual de fúnebres connotaciones se ponía final a una larga historia de amor y espiritualidad nazarena.
Las leyes desamortizadoras, impulsadas por el ministro Juan Álvarez de Mendizábal con el propósito de sanear la Hacienda Pública, extinguieron el Convento de San José de los Carmelitas Descalzos el año anterior. No obstante, la Cofradía de N. P. Jesús, apoyada por el Ayuntamiento y el Gobierno Civil, había conseguido de manera excepcional que se le adjudicara el templo carmelitano con el fin exclusivo de que siguiera expuesta a la pública veneración tan significativa imagen. Incluso, haciendo un inusitado esfuerzo económico, se había designado a Fray Juan de Santa Teresa para que ejerciera las funciones de capellán y guardián de la casa.
Pero las circunstancias se impusieron. España se desangraba por entonces con una irracional guerra entre carlistas e isabelinos y ante la amenaza de que las columnas del General Gómez Damas invadieran Jaén, hubo que reforzar la guarnición de la capital. Y en consecuencia, se escogió la iglesia de los Descalzos para acuartelar las tropas del Regimiento Provincial de Murcia.
De nada sirvieron las gestiones de la Cofradía. Y donde antes reinó el silencio Carmelitano y Nazareno, ahora retumbó el estrépito de las cornetas y las cajas de guerra.
No sin reticencias, Jesús Nazareno encontró provisional acomodo en la iglesia del Sagrario, a la espera de que llegaran mejores tiempos y pudiera regresar a la capilla que como he dicho, se había tabicado.
No pudo ser. Porque en agosto de 1849 el Conde de Humanes adquiría en pública subasta y por una irrisoria cantidad el conjunto monumental de la iglesia y convento de San José, con la condición expresa de transformarlo en viviendas.
Lo que había sido convento, lo convirtió en su morada señorial… La iglesia de San José, con su capilla de Jesús Nazareno, se remodeló con forjados y tabiques y se convirtió en Casa-Cuartel de la Guardia Civil… Apenas nada pudo salvarse del patrimonio mueble del templo. Pinturas,.. retablos, imágenes, todo se dispersó, se vendió en pública subasta o acabó en domicilios particulares, en definitiva desvalijado.
Perdida la esperanza del regreso, Jesús Nazareno comenzó una silenciosa diáspora que le llevaría primero a la iglesia de Nuestra Señora de las Mercedes, (hoy Parroquia de la Merced) después de nuevo al Sagrario, para finalmente y tras breve y nueva estancia en la Merced, acabar en 1970 en la Catedral.
Tantas idas y venidas dejarían profundas cicatrices en el cuerpo social de la Cofradía, que a veces se abrían en dolorosas heridas.
La devoción popular a Nuestro Padre Jesús supone, como todos sabemos, algo más que una muestra de la religiosidad popular del pueblo de Jaén y llega a ser todo un fenómeno sociológico plagado de infinitas y contradictorias adherencias. Ello, que duda cabe, genera problemas de convivencia. Por eso siempre estuvo latente en los rectores de la Cofradía, el deseo de ofrecer a Jesús Nazareno casa propia. Así, a lo largo de los años se suscitaron muchos proyectos, siempre bajo la orientación, el consejo y la aprobación de nuestros pastores diocesanos Se intentó acoger la imagen en la hermosa cripta del Sagrario, se trató de darle casa en la recoleta ermita de San Clemente, se le quiso hacer iglesia de nueva planta en la plaza del Deán Mazas y en la Calle del Rastro, e incluso se redactó un ambicioso proyecto arquitectónico para alzar una soñada “Basílica de N. P. Jesús Nazareno” en el solar del viejo convento dominico de La Concepción, en la céntrica calle Ancha. Todo quedó en sueños, en proyectos que caducaron apenas nacidos.
Quizás por eso, muchas veces las miradas de tantos y tantos devotos, cofrades o no, se volvían hacia este edificio donde hoy nos encontramos.
Cuando la iglesia de San José dejó de ser un templo abierto al culto, sus propietarios tuvieron el acierto de no demolerla como se hizo con otros muchos templos de la ciudad. Por eso, escondida entre los forjados, los tabiques y los añadidos decimonónicos, la iglesia de San José con su capilla y camarín de Jesús Nazareno permaneció intacta… El elegante y carcomido frontón de su fachada, alzado sobre el tejado y la pétrea caja del camarín, asomada a la calle del mismo nombre, fueron durante años y años un permanente recordatorio de que allí estaba la casa de Jesús, el rincón sagrado a donde Jaén tenía el inexcusable deber de retornarlo.
Algún intento se hizo en 1958 en íntima colaboración con los Padres Carmelitas Descalzos y al socaire de la generosa donación testamentaria de un devoto. Pero para entonces las cosas habían tomado ya mercantiles derroteros.
El convento y la iglesia componían una enorme parcela muy apetecible para saneadas operaciones inmobiliarias. Por ello se aplicó el eficiente principio del “dejar pasar, dejar hacer”. Dejar pasar el tiempo. Dejar que los años,que las lluvias y los vientos hicieran años setenta del pasado siglo, este predio carmelitano al que Jaén siempre ha conocido coloquialmente como “el Camarín de Jesús”, era ya una completa ruina en la que tan solo el pintor Paco Cerezo, que mantenía los restos de lo que fue su más querido estudio bajo la bóveda de la iglesia, resistía como inquilino en un desesperado intento en silencio su eficaz trabajo de zapa y derribo. Y así, cuando se iniciaba la década de los de evitar la demolición.
Desde la Comisión Provincial de Monumentos y el Instituto de Estudios Jiennenses se hicieron infinidad de gestiones en pro de la conservación del edificio. Pero todo quedaba en buenas palabras y en ampulosas declaraciones de intenciones.
Corrían malos tiempos para semejantes propuestas. La ciudad había comenzado a desarrollar su casco urbano y la rentabilidad monetaria se sobreponía a las mal llamadas sensiblerías artísticas. Ya lo advirtió muchos años antes, en 1878, don Federico de Palma y Camacho, insigne historiador y gobernador que fue de nuestra Cofradía: “La historia de las demoliciones monumentales de Jaén, no puede escribirse sino desde la más infinita amargura”. Y lo volvía a subrayar, con mayor énfasis, la autoridad del insigne arquitecto don Fernando Chueca Goitia, cuando se dolía en uno de los capítulos de su libro “La destrucción del patrimonio arquitectónico español”, de las pretenciosas cuñas que se estaban introduciendo en el tejido urbano del viejo Jaén y de cómo se demolían, sin apenas oposición, edificios de subido interés histórico, artístico o arquitectónico, para reemplazarlos –y cito textualmente- “…por bloques mastodónticos de la más vulgar arquitectura de consumo, regalo de promotores, especuladores y papanatas…”.
En 1978 la situación no era muy halagüeña. Entre otras cosas y debemos ser objetivos y reconocerlo, porque por entonces, ni el Ayuntamiento ni la Cofradía estaban convencidos de que “el Camarín de Jesús” estaba aquí, oculto, enmascarado entre añadidos ya corroídos por la humedad y el abandono.
Por eso, el edificio se declaró en ruina con todas las bendiciones oficiales. Se demolieron las plantas superiores del viejo convento y se empezaron a hacer anteproyectos y estudios de la posible rentabilidad inmobiliaria.
Ante las voces que se levantaron, las iniciativas edificatorias se aceleraron. Y una tórrida tarde veraniega, las excavadoras arrasaron los restos del viejo convento llevándose por delante su hermoso claustro, sin que diera tiempo a reaccionar.
Afortunadamente, gracias a una gestión decidida emanada del Instituto de Estudios Jiennenses, las palas tuvieron que frenarse cuando sus acerados dientes ya rozaban los muros mismos de esta Iglesia de San José.
Fue entonces, cuando un grupo de beneméritos jiennenses aunaron esfuerzos y plantearon el tema, con toda su crudeza, ante la Comisión Provincial del Patrimonio Histórico-Artístico y el Ministerio de Cultura, a la vez que el asunto saltaba a los medios de comunicación en un intento casi desesperado de crear un estado de opinión que frenara la demolición.
Yo quiero invocar aquí, respetuosa y agradecidamente los nombres de algunos de los implicados en aquel ilusionante propósito que ya no están entre nosotros -los académicos Don José Antonio de Bonilla y Mir y Don Rafael Ortega Sagrista,- los periodistas don Pedro Morales Gómez-Caminero y don Fernando Lorite García y el pintor D. Francisco Cerezo Moreno- desde la cristiana esperanza de que Jesús Nazareno les habrá premiado cuanto entonces hicieron con valentía y decisión, en defensa de la “Casa de Jesús”.
A los que aún viven, no voy a mencionarlos de momento, ya que aunque de sobra todos los conocemos, los nombraré en el capitulo de agradecimientos.
Fruto de aquella siembra de inquietudes fue la incoación, en 1980, de un expediente por la Dirección General de Bellas Artes para declarar Monumento Histórico-Artístico al edificio conocido como “Camarín de Jesús”. Con este instrumento legal se ponía definitivamente a cubierto de cualquier interesada demolición tan venerables ruinas.
Y desde entonces se empezaron a recoger los frutos de tan laboriosa siembra. Imbuida de cuanto significaban tan venerables piedras, la Cofradía se implicó decididamente en el empeño abandonando sus antiguas reticencias y en 1989 encargaba un primer proyecto de recuperación y rehabilitación arquitectónica que era presentado a las autoridades competentes, aunque no tuvo la decidida respuesta de nuestros gobernantes, incluso se encargó una maqueta que aún existe con la absurda creencia de que con ello bastaba, pero no fue así.
Sin embargo, en el año a finales del año 1994, una luz comenzó a brillar,.. El Ayuntamiento con D. José Maria de la Torre Colmenero, consignó en los presupuestos una partida mas o menos simbólica para la adquisición del inmueble y a partir de entonces, sucesivas Corporaciones Municipales,.. antaño tan esquivas, hicieron suyas estas inquietudes y en los años siguientes, sin distinción de signo, incorporaron la recuperación del inmueble a sus planes de actuación. Siendo ya en el año 2000, cuando se tuvo el gesto decidido y eficaz de materializar algo que debió hacerse muchas décadas atrás: expropiar el edificio, dejando así campo libre a las tareas de recuperación y rehabilitación.
Lo que vino detrás está tan cercano, que todos lo tenemos fresco en nuestra memoria, por lo que puede obviarse el relato.
Con el acto que hoy celebramos se pone fin a un ilusionante empeño, que si bien ha sido muy dilatado en el tiempo.., ha cumplido el objetivo esencial con el que se gestó: que Jesús Nazareno retorne a su casa primitiva de la que fue inicuamente desahuciado una tarde marceña de 1836.
Por ello, hoy es un día feliz y todos hemos de congratularnos de ello.
De un lado, porque este acto de hoy pone de manifiesto unos valores cívicos que siempre debiéramos tener muy presentes, el interés por nuestro patrimonio monumental, el empeño en llenar de contenido este tipo de edificios para que así se regenere nuestro casco antiguo, la armónica interacción entre las distintas administraciones para buscar objetivos comunes, la buena práctica de apoyar proyectos sin convertir las creencias o las ideologías en barreras infranqueables.
Y de otro, porque al devolver a Nuestro Padre Jesús a su casa natal, reparamos una injusticia histórica y le hacemos una colectiva ofrenda con la que Jaén pone una vez más de manifiesto, que en Jesús Nazareno está el nexo de unión, recio e irrompible con el que engarzamos nuestro ayer y nuestro hoy, nuestras glorias y nuestras miserias.
No quisiera terminar mi intervención sin agradecer en nombre de la Cofradía la aportación de todos los que de una u otra forma han hecho posible que hoy abramos estas puertas.
Gratitud a quienes entre los años 1976-1986, sin otro medio que su entusiasmo y su palabra, pelearon duramente para defender un edificio que todos consideraban indefendible. Para los que supieron crear un estado de opinión sobre el que cimentar un día estas venturosas realidades. Para los que contra viento y marea fueron tenaces y constantes en su defensa del ruinoso “Camarín de Jesús”. Sin ellos, nada de lo que ha sucedido después hubiera sido posible. Afortunadamente aún viven D. José Luís García López, D. Fernando Hermoso Poves, D Diego Jerez Justicia, D. Manuel López Pérez y D. José Ureña Castro.
Gratitud a nuestro obispo de ayer don Santiago García Aracil y a nuestro querido obispo y pastor de hoy don Ramón del Hoyo López y a tantos miembros de la Iglesia Diocesana, que en todo momento nos orientaron, aconsejaron y apoyaron en nuestro primordial propósito de que esta “Casa de Jesús” sea ante todo, sobre todo. y por encima de todo, una casa de oración, un punto de encuentro cotidiano y filial con Cristo Jesús.
Gratitud al Excmo. Cabildo Catedral, que hoy como ayer, fue comprensivo y generoso con la Cofradía y siempre nos acogió con su hospitalidad.
Gratitud al Excmo. Ayuntamiento de Jaén. Al grupo municipal de Izquierda Unida los Verdes que en 1999, siendo Alcalde D. Alfonso Sánchez Herrera y tras la concesión a nuestra venerada Imagen de la Medalla de Oro de la Ciudad, presentó una moción para la recuperación de este edificio,moción que fue apoyada por todos los concejales sin excepción. A la siguiente corporación municipal presidida por D, Miguel Sánchez de Alcázar y con D. Miguel Segovia Martínez como Concejal de Urbanismo que trabajaron impulsando este proyecto y dando el primer paso que fue la expropiación del edificio y la puesta en funcionamiento de todos los tramites legales para su reconstrucción. Su actuación ha sido tan noble como la de aquellos Concejos que en el transcurso de los siglos XVII al XVIII ayudaron a levantar esa Capilla de Jesús Nazareno que ahora recuperamos. Y sobre todo, redoblada gratitud a la actual corporación municipal, y de manera especial a nuestra Alcaldesa Dª Carmen Peñalver Pérez, que ha sido receptiva en todo lo que la Cofradía por medio de mi persona le ha solicitado, mostrando un interés, un empeño y una ilusión sin limites, en la finalización de este proyecto, así como también, en la búsqueda de las ayudas y subvenciones necesarias. Gracias Carmen porque en el año 2005 y siendo ya Hermano Mayor de esta Cofradía voluntariamente te pusiste a mi disposición para mediar en el enquistado tema de la aprobación del proyecto que llevaba paralizado mucho tiempo, tu aportación fue decisiva para la consecución de este fin y sobre todo porque en este corto espacio de tiempo, algo mas de dos años, tu ayuda ha sido decisiva y todos juntos hemos conseguido lo que tanto anhelábamos y que ya no es una utopía sino una realidad palpable.
Gratitud a la Junta de Andalucía y en especial a su anterior Vicepresidente primero, D. Gaspar Zarrias Arévalo, quien en su primera visita a las obras de rehabilitación de este edificio salió contagiado de la ilusión que teníamos tanto la Alcaldesa como yo, anunciando públicamente que nos ayudaría a cumplir mi ilusión, que no era otra que la de inaugurar este edificio dentro del periodo de mi mandato. A la Consejeria de Cultura, por su ayuda, al Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico por la rehabilitación de los cuadros del Apostolado y a la Comisión Provincial de Patrimonio, que, cuando mas enquistado estaba el tema de la autorización del proyecto, supo comprender las necesidades de la Cofradía y buscar el equilibrio exacto entre lo que es la rehabilitación de un Bien de Interés Cultural y el uso al que iba a ser destinado, y en definitiva, a todos aquellos que desde sus diversas instituciones han acogido con interés cualquiera de los múltiples requerimientos que fue necesario realizar para culminar las obras
Gratitud a todos los que con su trabajo laborioso y eficiente fueron recuperando día tras día el edificio de sus sombras: a los autores del proyecto, a los directores técnicos de la obra, a todos los que aquí han manejado anónimamente la picota, la llana, la gubia o el taladro, acariciando con sus manos encallecidas por el trabajo estas piedras venerables.
Gratitud a los profesionales que han realizado los retablos y capillas que nos adornan estas paredes, la orfebrería, el amueblamiento y las instalaciones de megafonía, vigilancia y seguridad, es muy grande lo que se va a guardar dentro de estos muros, como para, que según se me dijo en algún momento, no contar con la mejor y mas puntera tecnología a nuestro alcance.
Gratitud a los cofrades que supieron en su día refrendar las propuestas que hicimos sobre la recuperación del “Camarín”, una gratitud aun mayor, a mis compañeros de Junta de Gobierno, por cuanto cada uno desde sus respectivos cometidos y responsabilidades, están entregando su tiempo y su trabajo para que Jesús Nazareno encuentre una morada digna y acogedora, especialmente a mi antecesor en el cargo, mi amigo José Maria Mariscal , los dos comenzamos esta andadura en el año 1999 el como Hermano Mayor y yo como Secretario, querido amigo me toca a mí en nombre de la Cofradía recoger los frutos de tantos y tantos años de trabajo.
Gratitud en definitiva al pueblo de Jaén por cuanto desde el anonimato nos está ayudando y espero que siga haciéndolo con su generoso donativo y su aliento, es imprescindible la ayuda económica de Instituciones y particulares para salir adelante. Hemos dotado este edificio de todo lo preciso para que sea una Iglesia donde reciban un culto digno nuestras veneradas Imágenes, creo que no se comprendería de otra manera, es por ello que hago una nueva llamada a la generosidad de todos, ya que con excepción de los elementos que están colgados en las paredes, todo lo demás lo tenemos pendiente de pagar.
Dentro de unos días Jesús Nazareno va a volver a su casa. Volverá a ocupar aquel Camarín que le ofrendaron nuestros antepasados y en la renacida iglesia conventual de San José volverán a resonar los ecos de la espiritualidad con la que se cimentó en las postrimerías del siglo XVI.
Ojala con nuestra actitud sepamos llenar de contenido este templo recobrado. De nada servirán tantos esfuerzos, tantos trabajos, tantas gestiones, tanta inversión económica, si luego no
traspasamos los umbrales de esta casa firmemente convencidos de que en Cristo Jesús tenemos nuestro refugio y fortaleza, de que ese Jesús Nazareno al que nuestros padres, nuestros abuelos y los padres de nuestros abuelos nos enseñaron a querer y a buscar, fue, es y será el Cirineo cercano y poderoso que nos ayudará a cargar la cruz inevitable de nuestras humanas debilidades.
Ojalá desde ahora, los hijos de Jaén, con independencia de nuestras personales convicciones, sepamos entender que esta “Casa de Jesús” es también la “Casa del Padre”.
Sr. Obispo, aquí va a tener una Iglesia más para Jaén, completamente equipada y a disposición de todos los fieles, démosle el uso adecuado para que sea un verdadero Santuario de devoción y espiritualidad.
Y que cuando visitemos esta casa y tras la adoración al Santísimo, nos acerquemos a su capilla, y elevemos nuestros ojos hacia su Camarín podamos rezarle con limpieza de corazón y filial confianza aquella oración tan jaenera, que hecha saeta tantos años le cantaron desde los balcones de este edificio, cuando bajaba mansamente por las rampas del Cantón:
…Padre Jesús Nazareno,
mira si es grande mi amor,
que por dar luz a tus ojos…
que por dar luz a tus ojos
¡me crucificara yo!.
Para finalizar, quiero recordar, tal y como hice el día de la firma del contrato de cesión de este edificio, a muchos cofrades que abandonaron este mundo sin poder participar de estos días gloriosos, y que a buen seguro estarán contemplándonos igualmente felices, ilusionados y agradecidos desde otras latitudes. amigo Manuel Maria, amigo Juan, amigo Paco, y en concreto a ti Isabel….. Juntos comenzamos esta andadura y especialmente hoy noto tu presencia entre nosotros.
Muchas Gracias
La última intervención corrió a cargo de la alcaldesa de la ciudad de Jaén quien tras agradecer la asistencia a todos los allí presentes, en palabras de ésta Jaén seguía escribiendo su historia, una ciudad que tenía motivos para estar feliz al hacerse realidad un sueño que siempre habían tenido sus vecinos y cofrades de Nuestro Padre Jesús, una ilusión viva y una esperanza que volviera Jesús a la que fue su casa. Generaciones sólo habían visto los muros deteriorados, no habían podido ver la grandeza que en su día tuvo la iglesia. En este día se inauguraba un monumento con el que se devuelve la autoestima que sentimos los jaeneros en el alma y en nuestro corazón, volviendo a renacer el Camarín de Jesús.
Seguidamente tuvo unas palabras de recuerdo para su madre, tras las cuales en su opinión Jaén había tenido un sentimiento de tristeza por la belleza oculta que en su época tuvo la iglesia y que había estado solapada. Ahora se comprobaba la belleza del edificio, la cual había sido un clamor popular del pueblo que exigía no se perdiera por la desidia, el Excmo. Ayuntamiento de Jaén supo coger el testigo, recuperando en lo posible el grado de deterioro que presentaba lo ha restaurado y rehabilitado.
Por último agradeció en primer lugar la constancia de la Cofradía, el tesón de su junta de gobierno y en especial a su hermano mayor, deseando a la misma lo mejor a la que consideró parte del corazón de Jaén. También agradeció al pueblo de Jaén por el celo que durante generaciones reivindicó la situación en que se encontraba el edificio y el deseo de recuperarlo.
Terminadas todas las intervenciones procedieron a firmar todos en el libro de Honor, entregándose una placa de agradecimiento de la Cofradía como recuerdo del acto.